Alberto Linero: “mi espiritualidad y mi fe siempre han sido cotidianas”

Conoce más sobre el renombrado escritor y conferencista

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Por María José Troya@mariajosetroya.

Fotos: Cortesía

Dejó a la Iglesia como institución, pero su fe está intacta. Es escritor, conferencista y conocido por su vida sacerdotal en Colombia.No se ha alejado del ojo público y de lo mediático, menos aún de sus seguidores quienes ven en él a un hombre que promueve la espiritualidad de manera auténtica.En su libro Espiritualidad para Humanos entrega reflexiones paral levar una vida alineada a la Palabra y con felicidad.

Su camino espiritual no ha estado labrado en línea recta, y eso es justamente lo que le ha permitido afianzar su relación con Dios. Nuestro encuentro fue en la librería donde se realizó la presentación para divulgar su más reciente libro Espiritualidad para Humanos. Un texto que se une a la larga lista de publicaciones que ha realizado desde hace varias décadas enfocándose en la familia, el amor de pareja, en Jesús, en la oración, en los milagros, en la vida entregada a Dios. La fe es su camino y el regalo que generosamente entrega a quienes lo siguen por el poder de sus reflexiones e, indudablemente, por su carisma.

Tiene 56 años, es tremendamente extrovertido y elocuente (dice que fue así desde niño) aunque su fama la adquirió durante su época entregada al sacerdocio en Colombia. Su carácter costeño –nació en Santa Marta- delata a un hombre vibrante, con chispa y que no teme a exponer sus ideas y su forma de vida. En redes sociales y en la radio donde trabaja, crea sensación y también polémica.

Su presencia no pasa desapercibida incluso para quienes no lo conocen: es alto, camina con la sonrisa marcada, de caminar ligero y con una voz potente.

Muchos lo conocieron, fuera de Colombia, por su participación en la telenovela Betty la Fea: fue él quien casó a la protagonista con Don Armando; episodio que fuera de la pantalla le valió regaños y cuestionamientos de su comunidad pues aún seguía ejerciendo el sacerdocio

Abandonó la sotana años más tarde, pero no a Dios ni a su Palabra. Ahora, la vive a diario desde otra esfera y, aunque no tiene hijos, pero sí pareja, está seguro que en la familia -en todas sus formas y variaciones- está una gran parte de la solución para los problemas que hoy nos aquejan como sociedad.

Llegó a Quito a compartir un mensaje de vida: “lo que soy, lo que vivo a través de mi fe, lo comparto en este libro que es una propuesta para ver y vivir con felicidad. La espiritualidad es un camino de realización integral y una herramienta que nos permite construir una vida con el propósito que soñamos.”

“Hay que recuperar la oración, pero no es a punta de carreta o prohibición o negaciones, es dando testimonio y demostrando que Dios da felicidad. El hijo pródigo no hubiera regresado si donde el padre no se estaba bien.”

¿Cómo ha sido para ti, con tu pasado sacerdotal, conectarte con la gente más allá de la religión católica?

Duré en la vida sacerdotal desde el año 1993 a 2018; fue- ron 25 años y siempre fui un ser cotidiano. Si algo me caracterizó es que siempre es- tuve con la gente. No creo en la segregación ni que algo o alguien sea sagrado. Creo que somos seres humanos comunes y corrientes; siempre estuve en los medios de comunicación y vinculado a la experiencia cultural del Caribe. No ha habido muchos cambios en mi vida. Tal vez el gran cambio es que ya no presido los ritos, pero estoy más incluido con la gente. Mi espiritualidad y mi fe siempre han sido cotidianas y las viví con la gente del Caribe, que son tan dueñas del mundo, de la historia, del mar. Siento que he vivido la espiritualidad de Macondo.

¿Siempre has estado conectado con esa raíz caribeña y espiritual?

Sí, siempre. Yo nací en Santa Marta y mi familia no es religiosa pero sí espiritual. Mi abuela siempre me habló de Dios, pero de un Dios muy cotidiano porque ella no sabía teología. Ella fue el vínculo y el acercamiento a Él. Luego vinieron algunas experiencias en la adolescencia que me marca- ron mucho. Eso me hizo decidir en unirme a la Iglesia.

Y el quiebre para salir de la Iglesia, ¿de dónde vino?

Fue una crisis. Creo que todas las crisis dan como resultado cosas lindas si uno las sabe vivir. Creo que es parte del acto creativo. En mi caso fue una crisis con la institución, con el estilo de vida, con algunos relatos de la institución; me sentí distanciado. No soy capaz de no ser auténtico. No fue una crisis con la religión ni con Jesús de Nazaret. Cuando sentí que ya no era parte de eso, tomé la decisión de irme.

En esas crisis miramos atrás y suele venir el arrepentimiento de nuestras elecciones del pasado. ¿Sentiste, tal vez, que no era necesario haber vivido en el sacerdocio, con tantas restricciones y obligaciones?

No. Básicamente porque he vivido siempre en el presente y una de las claves espirituales para vivir con consciencia es estar presente. Yo no viví nada en automático: yo disfruté todo lo que hice, escribí mucho sobre la vida pastoral, prediqué en todos los países de habla hispana, las celebraciones de la eucaristía las viví como una fiesta. El celibato no me fue una tragedia porque, como vivía en ese mundo, no había tentaciones ni necesidades. Estuve en la comunicación, narré fútbol, di clases, hice lo que me gustaba y no me arrepiento. Doy

gracias a mi pasado.

La fe, como nos la ven- dieron desde hace muchos años, se presentaba como un camino de obediencia, de obligaciones y restricciones. Pero ahora, hay un ‘despertar’ que aborda más la autoconciencia, la conexión interior y con el universo. ¿Crees que se ha perdido la fe? aquella que tiene que ver directamente con Dios...

Sí, se ha transformado. Y en las transformaciones hay pérdidas. Hay cambios en los jóvenes que no hablan de Dios -o de Jesús- porque han oído relatos basados en la culpa, en el temor, con paradigmas del pasado. Yo creo que Dios sigue presente y sigue siendo una propuesta de vida y de felicidad para las personas, pero hay que lograrla explicar desde un lenguaje que toque a las personas y por eso escribo: porque creo que Dios y la fe siguen siendo necesarios, pero no esa fe de miedo sino una fe crítica que permita analizar las cosas y le de sentido a la vida. Tienes razón al decir que esto se ha ido transformando porque salimos de paradigmas que hicieron mucho daño.

Hay vergüenza de hablar de Dios

Sí, hay algo de eso porque las religiones han discriminado, han cercenado partes de las dimensiones humanas. Entonces, si tu concibes y aceptas la diversidad sexual, por ejemplo, y ves todo lo que las religiones dicen sobre las personas diversas sexualmente piensas que ese no es el camino. Ves a la gente buscando equidad en todas las circunstancias y a veces la religión dice ‘no, hay que mantener el status quo’... Creo entonces que sí hay un sentido vergonzante frente a la fe. Pero no tiene sentido, porque si vas a la Biblia y a Jesús de Nazaret es él el mas liberador y el más amplio para todo.

Mi propuesta es que encontremos al Dios de Jesús Nazaret. Creo que él es propicio para esta época, yo lo vivo, lo creo y lo comparto. Ese Dios que se revela en el Nuevo Testamento sigue teniendo una palabra para el hombre de hoy.

Con las redes sociales, con la vorágine cotidiana que nos agobia. ¿Cómo reencontrarnos con Jesús y la fe de manera auténtica en el día a día?

Lo primero que necesitamos descubrir es que Dios está en el corazón. Hay un cuento que me gusta compartir que dice así: ‘Dios necesitaba vacaciones. Y decidió irse pero no sabía a dónde para que no lo encuentren y poder descansar. Unos le aconsejaban irse a lo más profundo donde el hombre no llega, otros le decían que a lo más alto de las montañas o a los rincones más lejanos de la Tierra. Pero hubo uno -ese que sabemos- que le dijo: ‘Métete al corazón del ser humano, que ahí es donde menos buscan’. Y parece ser que desde ese día está de vacaciones.’

Entonces si tú me preguntas dónde lo encontramos, te digo que hay que detenerse. No podemos seguir viviendo este ritmo. Esto nos lleva a la angustia, a la ansiedad, a la depresión, es que este ritmo de andar conectados, de que si no se contesta el Whatsapp se acaba e mundo, en que si no reviso mis redes el mundo se distorsiona, que tengo que usar filtros para gustar, es un absurdo. Entonces necesitamos parar, para entrarnos a nosotros mismos, a nuestro corazón, empezar a tener conciencia de quienes somos. Luego volver a los textos, a la palabra de Jesús, y así encontrar la fe y la paz.

Pero vemos una tendencia muy Oriental (baños de gong, yoga, reiki, etc.) ¿Puede ser un camino –para Occidente- de reencontrarnos? ¿Todos los caminos nos llevan a Dios?

No soy capaz de desechar ningún camino espiritual. Creo que todos los caminos nos llevan a Dios: bien vividos, coherentes, con conciencia, sí. Ahora, yo creo que tenemos nuestra riqueza en Occidente y necesitamos reencontrarla. Yo prefiero la oración, la meditación bíblica, aquello que aprendí y lo que he vivido pero no soy capaz de despreciar lo otro.

SOBRE ESPIRITUALIDAD PARA HUMANOS

¿Por qué tu libro? Es uno más a una larga lista de éxitos entre tus lectores, pero hay algún tipo de necesidad de estar dentro del circulo del marketing para hablar de Dios?

No sé si se necesita este libro, lo que sé es que mi modo de vida siempre ha sido este. Yo no soy un ser humano que está en un rincón: llego a una fiesta y rápidamente estoy en el centro cantando y bailando. No sé si es marketing, una dinámica de vida, lo que sí sé, es que nací así. Nací y crecí frente al mar, y el mar es infinito, ruidoso incluso en la calma.

Escribo porque sino me muero con todo lo que tengo dentro. Yo no creo que sea ego, porque no publico todo lo que es- cribo; porque escribo para mi, para salir de mi y hacer catar- sis. Yo no dudo que todos estemos tentados por la vanidad o el ego, incluso aquellos que dicen que no. Entonces no voy a negar que hay satisfacción y placer en que la gente te agradezca, te felicite, que te siga, que te lea, pero no es lo primero. Para mi, lo primero es hablar
y compartir.

“Mi propuesta es que encontremos al Dios de Jesús Nazaret. Creo que él es propicio para esta época, yo lo vivo, lo creo y lo comparto. Ese Dios que se revela en el Nuevo Testamento sigue teniendo una palabra para el hombre de hoy.”

Desde tu experiencia sacerdotal, y ahora fuera de la Iglesia: ¿cómo reenfocar a las familias que están rotas y que soñaron con un ideal de lo que es ser familia?

Primero necesitamos en- tender qué es ser familia. Familia es el círculo íntimo de afecto y de cuidado. Lo siguiente es aceptar a la familia como es. Es que si seguimos forzando a que este núcleo sea el ideal o como nos lo han vendido, nos vamos a hacer daño. Necesitamos descubrir los valores que tiene esa familia y en ese espacio debe haber amor, cuidado, respeto. Eso nos hace humanos.

Hay que hablar menos y hacer más: yo aprendí a ir a misa porque vi a mi padre hacerlo. Lo hizo desde siempre, no por moda. Y luego íbamos al estadio o a una fiesta. Él era un ser humano, con todo lo que eso conlleva, pero me daba ejemplo. Es que, los padres quieren que los hijos tengan una experiencia religiosa pero ellos no la tienen. Yo aprendí a orar en la mesa, agradeciendo los alimentos por los cuales él trabajaba y mi madre en casa trabajando más duro aún. Hay que recuperar la oración, pero no es a punta de carreta o prohibición o negaciones, es dando testimonio y demostrando que Dios da felicidad. El hijo pródigo no hubiera regresado si donde el padre no se estaba bien.

¿Vas aún a misa?

Sí, voy. Hago un acto de humildad. A veces quisiera decir ‘eso no se debe decir así’, pero no soy yo quien debe hacerlo, y trato de disfrutar, de desconectarme y vivir el sacramento. Busco eso sí, la misa que a mi me gusta. Ese es otro error: uno tiene que buscar la celebración que lo conecta. Encontrar el estilo que a uno le gusta.

¿Cuál era tu estilo?

Mi estilo era muy yo: muy Caribe, disruptivo, muy cotidiano, lleno de anécdotas, música.

Te causó problemas

Sí, claro. Yo he vivido en medio de los problemas. Yo no les tengo miedo. Me regañaron, me prohibieron, me criticaron.

¡Es que casaste a Betty la Fea!

(Risas). Sí por el año 2001, serví de actor para la telenovela y me regañaron. Luego participé en un reality donde había que bailar mapalé (risas). Me dijeron de todo, hasta showman, cura popstar...

¿Crees que han cambia- do la visión que tenemos del pecado con las nuevas tentaciones con las que vivimos hoy?

Creo que sí. La iglesia necesita revisar su liturgia, esta debe ser más adecuada al mundo de hoy. Hay pa- sajes que, aunque son pro- fundos, hoy no dicen nada. Creo que hay que revisar su moral, porque mucho de lo que considerábamos pecado -por la comprensión teológica que teníamos- ya hoy -desde los estudios actuales-, ya no lo puede ser. Creo que hay que hacer cambios doctrinales, sin variar lo dogmático o esencial, que se apliquen al mundo moderno. ¡Eso de que los separados vueltos a casar no pueden comulgar! ¡Por favor! El cardenal Casper decía que la comunión no es un premio para los perfectos, sino medicina para los enfermos. Desde esa visión creo que hay que dar la comunión. Los cambios hay que irlos haciendo. Necesitamos trazar valores, no cercenar a quienes creemos que son diferentes. Formar a los niños en valores, a ser responsables en sus acciones y en las consecuencias.

Se necesita, entonces, más espiritualidad para vivir el presente

Sí. Debemos tener conciencia para ser responsables y en- tender que la felicidad no solo es placer, no solo es euforia sino tener una vida con sentido. Una vida que valga la pena vivir.

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