
Por: Martha Dubravcic.Fotos: 123rf
Cada vez más, las mujeres caen en la trampa de una narrativa cruel: la idea de la “super woman”, esta mujer empoderada que todo lo puede, que trabaja, que es una profesional exitosa, que cocina, que es esposa y es madre. Al final del día, el dolor emocional y el estrés se dejan ver, aunque muchas veces las presiones, sociales y culturales, dicen que hay que seguir.
Las mujeres no lloran las mujeres facturan”; pero además las mujeres cuidan de sus hijos, se encargan de que en casa nada falte y todo funcione, de los quehaceres básicos y de los trámites complejos, y, como si fuera poco, deben salir a enfrentar el mundo bellas, cuidadas e impecables. ¿Cuánto pesa todo esto y cuánto estrés genera vivir a un ritmo de “cumplimiento” con el mundo? Sin duda, duele.
Si bien la historia nos muestra cómo la participación de la mujer en la educación, en espacios de decisión es más visible y su ascenso profesional a espacios directivos es cada vez más sólido, vemos que esos cambios no han ido a la par de transformaciones reales. Ese desarrollo no ha liberado a la mujer de las expectativas que se tiene sobre ella y sus roles. Muchas posibilidades de abren para las mujeres, pero en realidad son nuevos compartimentos que se añaden a su in- menso baúl de responsabilidades.
La pregunta que nos ronda es porqué aceptamos asumir que podemos con todo. ¿Será que aquello del “multitasking” femenino es una idea creada a conveniencia para perpetuar nuestra carga de responsabilidades? No lo sabemos. Las narrativas han ido cambiando con los tiempos y los contextos, y pareciera que no salimos del círculo del que somos corresponsables.
Aquí hacemos un recorrido por aquellas ideas que, a manera de “trampas”, nos hicieron detenernos en prácticas y conceptos y por qué no, estereotipos, que nos impidieron ver más allá, soñar y vivir en plenitud, pero principalmente en libertad.
PRIMERA TRAMPA: LA MUJERDOMÉSTICA Y CUIDADORA
Históricamente, la idea de mujer reproductora, con una biología diseñada para ello, nos ha asignado el rol de madres por excelencia. Frases como “la maternidad es la realización de la mujer”, hoy han dejado de tener eco, pero por mucho tiempo fue una creencia asumida como verdad.
A partir de ello, las mujeres éramos ante todo cuidadoras de los hijos y las responsables de imprimir armonía en el hogar. También nuestra responsabilidad de cuidar a la descendencia se expresaba en la preparación de los alimentos, en la educación de los hijos, en el cuidado de su higiene y en el asegurar su crecimiento sano.
El papel doméstico estaba predestinado para las mujeres y, poco a poco, el rol se revestía de más y más exigencias, pues con el tiempo no era solo cuestión de sobre vivencia y de perpetuar la especie, sino de apoyar a los hijos en sus quehaceres, de apoyar al esposo en su rol, de socializar y crear redes y luego convertirse también en mujer productiva, pero sin dejar de lado lo demás.
SEGUNDA TRAMPA: LA MUJEREMOCIONALMENTE PASIVA
Dependientes, sumisas, desvalidas...el relato del “sexo débil” nos hizo mucho daño situando a la mujer un peldaño abajo del varón siempre. La idea de que las decisiones importantes las toma el hombre de la casa tiene que ver con mirarnos pasivas y emocionales, mientras que el hombre encarnaría la sensatez y la racionalidad.
Seguramente al leer esto, viene ala mente de cada una alguna historia o experiencia que expresa la trampa de esta creencia; incluso los medios de comunicación y sus contenidos dramáticos se encargaron de reforzar en nuestro imaginario a la mujer dependiente del amor masculino y de su validación.
TERCERA TRAMPA: LA MUJER BELLAY SIEMPRE CUIDADA
Los estereotipos y estándares de belleza han sido desde siempre extremadamente exigentes con las mujeres. El cuerpo, la juventud, y todo que hace a la estética femenina se ha ido per meando además con el mercado y hoy las mujeres son un nicho clave.
Enhorabuena las empresas entienden cada vez más que la belleza no puede ser un requisito explícito para contratar, algunas incluso ya no piden fotografía actual en los currículums, pero otras, de manera camuflada o no, siguen orientando su selección a criterios estéticos.
Resulta así que la juventud y el aspecto físico continúan siendo una presión a la cual la mujer, en mayor o menos medida, obedece porque siente que el juicio en este ámbito es tajante y la sentencia implacable y se resume en que si no somos bonitas, jóvenes, arregladas y con el peso ideal, nadie nos va a querer, ni los hombres, ni las otras mujeres, ni el mercado laboral.
CUARTA TRAMPA: ESCOGER ENTRELA PROFESIONAL O LA MADRE
Lo uno o lo otro, porque las dos cosas no podrían convivir en armonía. Esta idea nos ha llevado a emitir juicios muy crueles, como aquellos que para muchos suena anecdótico: “si trabaja no es buena madre”, “abandona todo el día a sus hijos”. La culpa que estos juicios producen en tantas mujeres muchas veces dejaba abiertas sus heridas para siempre.
Por otro lado, ¡tantos sueños fueron truncados por esta creencia! La idea de que la mujer debe cuidar a sus hijos y que ello no es compatible con el desarrollo profesional ha puesto a la mujer contra la pared, para elegir entre lo uno y lo otro, y en la mayoría delos casos, se postergaban los sueños profesionales.
En cualquiera de los dos polos, la mujer tenía que elegir, tomar posición por una u otra opción, y tuvo que correr mucha agua bajo el río para que pudiera ver que no era cuestión de elección sino de decisión.
QUINTA TRAMPA: LA “SUPERWOMAN”
Quizás la peor de todas, porque es la trampa que hoy en día pasa una factura muy dolorosa a muchas mujeres. Dicha factura se expresa en estrés, dolor emocional y afección de la salud física y mental.
La mujer dejó de ser únicamente doméstica y cuida- dora, ya no hay espacio para ser emocionalmente pasiva, no debe elegir entre la maternidad y el desarrollo profesional, sino que ahora debe hacerlo todo y bien.
Las trampas anteriores, que veíamos como sesgos en las expectativas sobre las mujeres, ahora se juntan y configuran una sola más grande y más pesada: resulta que ahora la mujer debe encarnar todos los roles y ser impecable en todos ellos.
Aunque estas mujeres no se cansan ni se quejan, libran una batalla social y cultural todos los días, para destacar en todo y para cumplir con todos; y si no lo logran, la culpa es el primer rostro que se pone al frente y junto a la culpa el castigo, la autocensura.
La super woman es militante de la perfección, sin saber que aquella es una construcción imaginaria e inexistente. Quizás lo más crítico de todo, es que al perseguir todos los estándares juntos (profesionales, económicos, de belleza, de pareja y de madre) lo que persigue es la aprobación y valoración de los otros. Si ello no sucede, no solo experimenta una frustración muy grande, sino que puede derrumbarse porque su autoestima cae en picada al no sentirse suficiente.
Si la idea de la super woman cambiara por la aceptación de una feminidad imperfecta que nos diferencia a unas mujeres de otras, seguramente tendríamos una vida más plena y con mayor bienestar físico y emocional. Mientras sigamos haciendo pulsetas por tomar todos los espacios, la factura puede ser cara. Este mito es cosa seria.
Coral Herrera Gómez en su bloghaikita.blogspot.com, señala que “la conciliación entre la vida laboral, personal y familiar es otro mito de la pos modernidad que complementa al mito dela super woman según el cual todo es posible: si nos lo proponemos, podemos disfrutar mucho de nuestros diferentes roles sin tener que renunciar a nada.Podemos ser buenas madres, buenas profesionales, buenas esposas, buenas hijas, buenas amigas de nuestras amigas, y todo sin perder la sonrisa. Queremos ser mujeres modernas sin deshacernos de nuestro rol femenino tradicional: queremos cumplir con los mandatos de género para que se nos admire como una ‘verdadera mujer’, y a la vez, queremos ser tan buenas en todo como cualquier hombre”. La diferencia dice ella es que los hombres al salir de su jornada laboral van al gimnasio, y nosotras a nuestra segunda jornada de trabajo en la casa.
Las estadísticas, según este portal, indican que los hombres dedican de media a una hora al día a las tareas domésticas, y las mujeres entre cuatro y cinco.
“Esto quiere decir que ellos tienen más tiempo libre, en general, y por tanto tienen mayor calidad de vida. Nosotras seguimos viviendo por y para los demás, y seguimos, de algún modo, sometidas a la tiranía del ‘qué dirán’”.
Reciéntemente saltó a la vista un artículo en redes sociales titulado “La super woman ha muerto: ¡que vivan las mujeres reales!”. Allí la autora Miriam del Olmo indicaba que estamos frente a un mito, que en realidad la ́super woman’ jamás ha existido, sino que es una construcción que atribuye a unas pocas mujeres característicasinalcanzables, precisamente para que no nos sirvan de referente a la mayoría.Ella sitúa el análisis en el entorno laboral únicamente.
Pero en el intento de aterrizaren el mundo real y en el mismo intento de despojarnos de culpas, exigencias y estándares, quizás mirarnos al espejo y reconocernos como mujeres reales que no tienen que saberlo y hacerlo todo, sea un buen punto de partida. Luego cada una de nosotras será espejo de otras, y así, tendremos reflejada ante nosotras la imagen de la mujer que es doméstica, ama de casa y madre, como la de la profesional exitosa, y también la de la deportista, y la de la artista, y de aquella que se hace las uñas cada día y aquella que se siente más cómoda sin ellas. Encarnaremos la libertad y autenticidad, y nos llamarán libres y auténticas.