La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado el mpox, anteriormente conocido como viruela del mono, como una emergencia sanitaria internacional.
Por Redacción Cosas. Foto: Shutterstock
Este brote, que tiene su origen en la República Democrática del Congo y otras regiones de África, ha desatado una preocupación global debido a su rápida propagación y a la aparición de una nueva variante del virus. El mpox no es un fenómeno reciente. Descubierto en 1958 durante un estudio en monos en Dinamarca, este virus ha sido históricamente menos conocido que otros miembros de la familia Poxviridae, como el virus de la viruela humana. Sin embargo, su reciente resurgimiento ha puesto de relieve la necesidad de una respuesta sanitaria coordinada.
Actualmente, la OMS ha confirmado casos de mpox en más de una docena de países, afectando tanto a niños como a adultos. La propagación de una nueva variante del virus ha intensificado la alarma, evidenciando la necesidad de medidas inmediatas y efectivas.
El mpox, causado por el virus de la viruela símica, se transmite de varias maneras. El contacto directo con personas infectadas, que puede incluir tocar, besar o tener relaciones sexuales con ellas, representa una vía significativa de contagio. Además, la manipulación de animales infectados —ya sea a través de la caza, el despelleje o la preparación de alimentos— también puede facilitar la transmisión. Los materiales contaminados, como ropa o utensilios, y las agujas usadas son otras posibles fuentes de infección. Las mujeres embarazadas también pueden transmitir el virus a sus fetos, añadiendo una capa de complejidad a la gestión del brote.
La OMS subraya que la respuesta efectiva al mpox se centra en el manejo de los síntomas y en la prevención de complicaciones. La atención médica oportuna puede aliviar el dolor y controlar la erupción cutánea característica de la enfermedad. No obstante, la herramienta más poderosa en la lucha contra el mpox sigue siendo la vacunación.
La vacuna contra la viruela símica, cuando se administra dentro de los primeros cuatro días tras la exposición al virus (y hasta 14 días si no se presentan síntomas), se ha mostrado como una medida preventiva crucial. Sin embargo, el suministro de vacunas es limitado en muchas regiones, lo que complica aún más la gestión del brote.